Una de las mayores odiseas de la arqueología mundial realizada por Alberto Ruz L’Huillier.
Enrique Romero.
Hace mil 300 años un séquito acompañó los restos mortales del gobernante maya K’inich Janaab’ Pakal para ser depositados en una cripta, al interior del Templo de las Inscripciones, en la antigua ciudad de Palenque, en Chiapas.
Hubieron de transcurrir 13 siglos para que, a 71 escalones abajo del vestíbulo del Templo de las Inscripciones, el arqueólogo Alberto Ruz L’Huillier descubriera, el domingo 15 de junio de 1952, la cripta.
«En el momento de pasar el umbral tuve la extraña sensación de penetrar en el tiempo, en un tiempo que habría sido detenido mil años antes», exclamó al descubrir la Tumba de Pakal, uno de los hallazgos más notables en la historia de la arqueología precolombina, del cual este 15 de junio se cumplen ya 62 años y en Palenque aún quedan testigos del mismo y gente que conoció al famoso arqueólogo.
«Entré a la misteriosa cámara con la extraña sensación de ser el primero que pisaba los escalones de la entrada en mil años. Traté de verla con los mismos ojos con que la vieron los sacerdotes de Palenque al dejar la cripta; quería borrar los siglos y escuchar la vibración de las últimas voces humanas: me esforzaba en comprender el mensaje que los antiguos mayas nos habían dejado inviolado. A través del impenetrable velo del tiempo, buscaba el imposible lazo de unión entre sus vidas y las nuestras».
Así fue como describió su hallazgo Alberto Ruz L’Huillier, el científico francés que adoptó la nacionalidad mexicana en 1935 y fue el primer alumno en obtener el grado de arqueólogo en la Escuela Nacional de Antropología del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), en 1945. Ruz obtuvo fama mundial por los trabajos que realizó en el Templo de las Inscripciones.
K’inich Janaab’ Pakal nació el 28 de marzo del año 603 d.C. Ascendió al trono a la edad de 12 años y encabezó uno de los gobiernos más largos y prósperos en toda la historia de la antigua metrópoli maya. Gobernó Palenque a partir del año 615 d.C.; en 675 se casó con Ix Tz´akb´u Ajaw, dos de los cuales le sucedieron en el trono.
A su muerte, en el año 683 de nuestra era, sus restos fueron colocados en una cámara de siete metros de largo por 3.73 metros de ancho, adornada con jeroglíficos pintados de rojo y con relieves esculpidos en los bordes y en la parte superior de la gran losa que sella el sarcófago.
En el interior, el gobernante fue colocado con una máscara que le cubría el rostro y su ajuar funerario, conformado por sus anillos de dignatario y numerosas joyas de jadeíta.
En las paredes de la cripta, figuran en relieve nueve personajes ricamente ataviados, que fueron identificados como Los Nueve Señores de la Noche, elaborados en estuco ─material semejante a la cal─ que fueron los guardianes de Pakal y los regentes de los nueve niveles del inframundo maya.
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